19 de junio de 2012

La regla de oro: no hablar de los ex

Alemania; Hamburgo | - | DPA —  Pero ¿es necesario que la ex salga en las conversaciones o incluso aparezca acompañando alguna vez al novio? Los asesores de pareja coinciden en que no. Pero el pasado tampoco se puede borrar como si no hubiese existido.

Con la edad llegan las y los ex, ya sea novios o esposos. Eso puede ser molesto o doloroso, sobre todo si uno no ha encontrado aún del todo su lugar en la vida del otro. Porque además basta un análisis realista para darse cuenta de que la persona del pasado no desaparece sin más de la vida de alguien. ¿Cuánto "ex" somos capaces de soportar?

En el primer año de relación las informaciones sobre el pasado amoroso deberían estar prohibidas, opina el asesor de pareja Jörg Wesner, de Hamburgo.

En esos momentos nadie quiere enterarse de que a la ex no le gustaba esa pasta de dientes, pero en cambio sí el sofá de la sala. O que el reloj que el novio lleva siempre en la muñeca es un regalo de Navidad de ella.

"Justamente un regalo así, que el otro lleva muy pegado al cuerpo, es muy íntimo", comenta Anne Frische, terapeuta de pareja y de familia. Si a alguien le molesta ese hecho, hay que decirlo.

"Hay que tener esas conversaciones siempre en una atmósfera relajada y no en el momento en el que uno se enoja o se molesta", recomienda por su parte la psicóloga y autora Felicitas Heyne.

También es necesario dejar a un lado el orgullo y mostrarle al otro la propia vulnerabilidad. "Aparece porque uno sabe racionalmente que hubo alguien en el pasado". Además, lo normal es que uno mismo también arrastre un pasado.

Habría que hacer pocas concesiones cuando se trata de la casa. Los ex no deberían estar presentes en cada esquina. Como mínimo habría que comprar un nuevo dormitorio o al menos una nueva cama. Si uno se siente incómodo con la idea de mudarse a casa del otro debido a estas "presencias", habría que renunciar a hacerlo.

Anne Frische cree que una pareja que se va a vivir en una vivienda preexistente debería comprarse algo en común, de modo de que el que llega tenga algo propio. Por el contrario, Felicitas Heyne opina que debe haber un nuevo comienzo desde cero. "Todo tiene que ser nuevo, aunque se vaya comprando poco a poco".

Los espacios y las cosas tienen un enorme valor simbólico que, sin embargo, suele ser subestimado, sobre todo por los hombres, señala.

La cosa se complica cuando hay niños de por medio. "La madre de los hijos siempre tendrá un lugar especial en la vida del hombre, hay que ser consciente de eso", advierte Frische.

Eso no significa que haya que mantener las fotos familiares por ahí. "Claro que habrá álbumes de días felices del pasado, pero no tienen por qué estar en la nueva sala, ni mirarse juntos, sino que están muy bien guardados en un armario", opina Heyne.

Hay casos en los que la presencia de la ex se cuela en la nueva relación. Por ejemplo cuando al comienzo "una aceptó con los dientes apretados que la foto que a la ex le gustaba tanto siga en la cocina y que los dos sigan viéndose", señala Wesner.

Pasado un tiempo, habría que volver a negociar el tema y hablar de ello. "Las cosas cambian, tanto la incomodidad de uno con ciertos temas como el interés en el pasado del otro". Es posible que en algún momento uno quiera saber más cosas que al principio.

Pese a ello, Heyne recomienda en general una política de información muy limitada, algo que no hay que confundir con mentiras ni engaños. "No hay que exagerar con la honestidad y se puede proponer al otro: 'lo que quiera saber, lo pregunto, pero no hace falta que me hables de ella todo el rato sin que te lo pida'".

Porque no importa la edad o la sabiduría, a nadie le gusta pensar que es sustituible. "Uno es entonces un eslabón de la cadena, y el mensaje latente es que todo se acaba", indica Heyne. Eso es difícil de aceptar, sobre todo al principio de una relación. "En ese caso un poco menos de honestidad viene bien para crear una base de confianza e intimidad".

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